El presidente del CV Mundet y miembro de la junta directiva del Consejo del Deporte Escolar de Barcelona (CEEB) repasa con la Federación Catalana de Voleibol su trayectoria desde que, siendo sólo un juvenil, empezara a familiarizarse con un deporte que le acompañaría toda su vida.
“Recuerdo cuando a unos amigos ya mí nos preguntaron si queríamos jugar al voley allí por la Escuela Industrial… me enganchó tanto que no he podido separarme nunca, a pesar de que sólo haya podido jugar siete años ”, explica Vicenç Puigdomenech mientras toma un café en la habitual cafetería del barrio donde para de vez en cuando. Debido a un accidente de tráfico en 1970, Vicenç dejó de lado las pistas como jugador para pasar a los banquillos como entrenador, aunque también ha actuado como recogepelotas y como presidente del club de Mundet.
Fundado la temporada 1961-1962 mediante el colegio de los Salesianos, el Voleibol Mundet estaba dividido en dos: un equipo femenino y un equipo masculino, creado éste dos años más tarde. La gerencia deportiva recaía desde 1970 sobre Puigdomenech y sus amigos, pero de todos los aspectos institucionales y económicos se encargaba el director de la escuela.
«Siempre hemos sido un club muy humilde, ya que no podíamos permitirnos ir muy lejos a disputar Campeonatos de España o según qué categorías», comenta el directivo. «Hoy en día tampoco podemos asumir depende de qué costes, porque pese a conseguir buenos resultados, subir a categorías superiores supone un extra imposible», añade. Vicenç destaca que el CV Mundet es un club formador que trata de extraer el mayor nivel de sus jugadores y jugadoras para que acaben en clubes de categorías más elevadas. «No podemos prometer a alguien que llega que comerá caviar, porque no es así, pero somos muy directos y sinceros con nuestra propuesta deportiva», señala.
Durante los prácticamente sesenta años que Vicenç Puigdomenech ha estado ligado al voley, este deporte ha cambiado mucho, tanto en número y sexo de practicantes como en la técnica y la táctica del propio. “Antes del cambio de siglo, la mayoría de padres pensaban que el voleibol era un deporte que sólo practicaban las chicas, ya que se popularizó con la aparición en Telecinco de la serie ‘La panda de Julia’, haciendo crecer así el número de mujeres practicantes”, rememora con nostalgia. “¿Qué hacen estos chicos jugando en el voley? ¡si es un deporte de chicas!”, recuerda haber escuchado a Puigdomenech de un padre en la grada mientras unos compañeros daban unos toques de balón.
El directivo también recuerda con añoranza el cambio de juego de antes al de hoy en día. “La primera final olímpica enfrentó a Japón con la Unión Soviética, y no eran capaces de hacer más de diez toques consecutivos, era un juego mucho más simple y menos elaborado que actualmente”, rememora. «Si hoy en día no cuentas con 3 o 4 jugadores que lleguen al metro noventa de altura eres un equipo extraño, pero antes, con sólo tener un así de alto, ya marcabas la diferencia», señala Vicenç. Él mismo destaca que, con la introducción de las nuevas tecnologías, los jóvenes pueden aprender tanto la técnica y la táctica del voleibol de forma autodidacta mediante vídeos de YouTube o blogs de internet. “Antes, si alguien que supiera no te enseñaba, no podías aprender ni avanzar; ahora es todo mucho más sencillo”, sentencia.
Llevar tantos años ligados al voleibol ha dado mucho de sí: alegrías, tristezas, ascensos, descensos… y sobre todo anécdotas. Preguntado sobre el tema, Puigdomenech escoge una por encima de todas: una en la que tuvo que ponerse de árbitro. “Vino aquí a jugar un equipo de Zaragoza y el árbitro faltó, así que para no hacerlos volver a casa después del largo viaje, nos pusimos un compañero y yo. Cuando dudábamos de algunas jugadas, las dábamos hacia el equipo de fuera para que sintieran que hacíamos un buen arbitraje. En el partido de vuelta a Zaragoza, nos encontramos con un fotógrafo barcelonés y le convencimos de que viniera al partido. En un momento de mucha tensión del partido, mientras él tomaba fotografías dando vueltas por la pista, el árbitro se dirigió a él y le sancionó con el equivalente a una tarjeta roja, sumando un punto para el equipo rival; nadie sabía dónde esconderse de la decisión tomada por ese árbitro, que acabó ayudando al equipo de Zaragoza a ganar la ronda”.
El directivo se siente agradecido de haber podido dedicar gran parte de su vida ligado al vóley, y anima encarecidamente a las nuevas generaciones a sumarse a un deporte que no deja de ganar adeptos, tanto en Cataluña como en todo el mundo. «Cualquiera que empiece ahora sólo tiene que divertirse mientras aprende, ya que, si comienzan con órdenes o patrones de juego concretos, tendrán una presión añadida que hará que acaben odiando el deporte», responde contundentemente. “Que vuelvan la pelota de la forma más estrafalaria posible, que se tiren por los suelos continuamente y que prueben todo tipo de cosas, porque más adelante ya tendrán tiempo de aprender los verdaderos conceptos técnicos y tácticos, pero lo primordial cuando empiezan es que se diviertan”, finaliza.