Desde hace 16 años (y también durante los próximos cuatro), la Federación Catalana de Voleibol avanza con paso firme bajo el liderazgo de Maribel Zamora. Bajo su dirección, la Federación ha multiplicado casi por siete el número de licencias, pasando de unos 2.500 deportistas a más de 20.000. La red de clubes también ha crecido significativamente hasta alcanzar los 180, consolidando el voleibol como una práctica cada vez más presente tanto en los pabellones como en las playas de todo el territorio.
Este mes de julio, Zamora ha sido reelegida para seguir conduciendo el presente y el futuro del voleibol catalán con el objetivo de consolidar una línea de expansión e innovación. De todo ello habla la flamante presidenta en esta entrevista.
¿Qué destacaría más de los 16 años que lleva al frente de la FCVb?
Probablemente, el crecimiento que hemos logrado gracias a la profesionalización de la federación. Hemos dejado atrás una estructura amateur y hemos creado un equipo profesional, capacitado para desarrollar todos los proyectos que nos hemos propuesto. También cabe destacar que contamos con un equipo directivo comprometido con el interés general, por encima de los intereses personales. El voleibol ha sido la prioridad, y eso ha generado confianza entre los clubes, que han decidido sumarse al proyecto federativo. El crecimiento del voleibol catalán en estos años es, sin duda, fruto de este trabajo colectivo.
¿Cuáles son los principales retos de presente y futuro de la federación?
Los principales retos actuales son consolidar lo que hemos conseguido y seguir trabajando para dar visibilidad al voleibol catalán y a todo el trabajo hecho con el objetivo de la excelencia. Al fin y al cabo, tanto a nivel federativo como desde los clubes o los deportistas, cualquier acción que impulsemos —ya sea el Congreso Internacional, los deportistas que tenemos en la Blume, los clubes que compiten a nivel estatal o internacional, o las actividades de promoción— supone un reto constante: mantener la excelencia como marco de referencia y, sobre todo, asegurar que el crecimiento vaya acompañado de una buena gestión. Porque crecer puede parecer fácil cuando estás de moda, pero el voleibol catalán no es una moda: debe ser una forma de vida para todas las personas que sienten este deporte como propio.
¿Cuál es el estado de salud del voleibol catalán?
Es excelente. Estamos viviendo un momento muy dulce. Obviamente, todo es mejorable y nunca debemos perder ni la autocrítica ni las ganas de seguir avanzando, pero creo que nos encontramos en una etapa de expansión muy positiva, con unas perspectivas de futuro muy prometedoras.
¿El sueño olímpico volverá a ser una realidad? ¿Dónde estamos y qué hay que hacer para lograrlo?
Lamentablemente, el sueño olímpico no depende solo de nosotros. Es un proyecto que debería encabezar la federación española y, siendo realista, no creo que el proyecto deportivo actual de la estatal nos lleve a unos Juegos Olímpicos, al menos en la modalidad de pista. En vóley playa sí que participamos, pero en lo que respecta al voleibol de pista, creo que es muy difícil, tanto a corto como a largo plazo, imaginar que la selección española pueda clasificarse para unos Juegos, teniendo en cuenta la política deportiva actual y la competencia en Europa, que es el continente más fuerte en este deporte.
¿Se siente pionera como mujer dirigente de una federación?
Fui la primera mujer en presidir la Federación Catalana de Voleibol, y es cierto que todavía somos pocas las mujeres que ocupamos cargos directivos en el ámbito federativo. Aun así, no creo que el mérito resida en ser mujer, sino en la capacidad y los resultados obtenidos. En este sentido, sí me siento pionera por los cambios estructurales y estratégicos que hemos impulsado. Haber sido la primera mujer presidenta no tiene sentido si no va acompañado de resultados; de lo contrario, el mensaje feminista que se quiere transmitir pierde fuerza.